lunes, 27 de junio de 2016

Cinco horas con Mario

El otro día por fin pude asistir a una mítica obra que su actriz debe saber al dedillo. Por fin pude ver Cinco horas con Mario. Reconozco que no leo esta obra desde hace siglos y no la recordaba punto por punto. A veces me gusta olvidar un poco los textos para disfrutar el teatro como los demás espectadores, afortunadamente sigo yendo más allá. 

        Reconozco que hay partes del decorado que no me convencieron, pero es que Lola Herrera hace que ni lo recuerdes. 

        El texto es precioso y ella no lo ejecuta, lo siente y comprende a cada palabra. Con cada pausa, con cada movimiento. Llena la escena ella sola, lo más difícil de conseguir porque no tiene nadie para apoyarla, ayudarla o salvarla en caso de lapsus. Y lo lleva de principio a fin con limpieza. Incluso hay momentos que no sabes si ciertos movimientos son parte de la obra o circunstancias del momento (personalmente creo que son movimientos de la obra, pero vi a expertos dudar).

        Delibes escribió un texto lleno de vida, de recuerdos tristes y anécdotas divertidas. Y su final, el descenso a la locura, es precioso. Ella consiguió que se me escaparan las lágrimas, amparada por la oscuridad. También lloré porque el público no lo entendió y rieron. Hubo descenso a locura en el texto, en la actuación y entre el público.



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