viernes, 4 de noviembre de 2016

La llamada

Anoche, de manera completamente improvisada, fui a ver La llamada al teatro Lara.

     Es cierto eso de que los mejores planes son los improvisados. A media tarde recibo un mensaje de una amiga:
«En mi muro he compartido unas invitaciones para el teatro. Corre, pide las tuyas».
Yo, obediente, hice mi reserva sin fijarme para qué eran, todo lo que sea teatro siempre es bienvenido y anhelado en mi vida.

     Y así, sin saberlo ni pensarlo, nos regalaron invitaciones para La llamada, si lo piensas resulta hasta romántico y coherente con la obra: recibimos la llamada.

     Debo reconocer que volví a casa con dolor de cabeza de lo que me reí. Resulta difícil explicar su argumento porque es uno de esos guiones sencillos, inocentes y divertidos de los que hace mucho que no disfrutaba en teatro (en el cine imposible, demasiada amargura por esos lares).
Para mí fue un regreso a la infancia y a la época del colegio (o instituto) y sus campamentos. Los actores componían una genial homogeneidad de infancia y actualidad para mi generación, las canciones, universales y las voces en directo, preciosas.

     Realmente, fue un paréntesis delicioso en una semana (más bien semanas y meses) tan estresantes.
Si alguien quiere o puede, os recomiendo verla, si puedo me encantaría repetir.


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