martes, 28 de enero de 2020

Reencuentro de personajes




Desde el comienzo de Reencuentro de personajes se puede observar la atmósfera agobiante y violenta en la que vive la mente de Verónica, con el paso de las líneas se ve que no es sólo un estado mental, sino una realidad. 
El inicio nebuloso no desaparece en ninguna de sus páginas, o al menos yo no he podido deshacerme de la sensación de que estaba leyendo a duras penas tras la borrosidad del ambiente. 
Me interesaba este texto para poder analizar el odio que decían que se palpaba en él. El odio de Elena Garro a su famoso (ex)esposo, Octavio Paz. No puedo afirmar que se trate de eso, puesto que implicaría conocerla personalmente, pero sí que puedes sentir cómo cada palabra es escupida (y esculpida) con furibunda precisión 
Desde luego si queremos identificar a las personas con la vida real podemos decir que Elena Garro fue una superviviente emocional, el mundo de Verónica es una sucesión de miedo, amor, odio, deseo, decepción, esperanza y asco. Y cada acción de Frank es analizada, respondida y dudada, mientras que el resto de los personajes permanecen en un rango de odio, pena y simpatía. 
Es complicado definir el libro sin repetir lo que nos cuenta la propia epiloguista, Marta Sanz. Magistral epílogo para una libro magistral. Impecable y conciso. Ha sido como tener las respuestas a los juegos y comprobar si has acertado en tus deducciones. Mis felicitaciones a la editorial por tener un epílogo en lugar de un prólogo, estos últimos te predisponen en tu lectura (para eso sirven) y por eso suelo saltármelos. 
Como las fuentes y teorías literarias están perfectamente contadas en él, me permitiréis un ligerísimo apunte argumental. La lectura de este libro es un viaje a dos niveles. Como ya hemos comentado la psicología que envuelve a los personajes tienes sus propias idas y venidas, pero estas influyen en el viaje físico de Verónica. 
En este punto el tiempo y el espacio parece que se contradigan pues ciudades como Venecia o París, la propia Florencia, te hacen pensar en un tiempo (muy) pasado en el que la gente bien pasaba meses de un lado a otro, visitaba amigos de su clase y no se preocupaban por nada, puedes imaginarte un mundo en los años 20 (del siglo xx), sin embargo el vocabulario de los personajes y de la voz narradora no se corresponden a esa época idílica, pues la oralidad de los personajes se corresponde con la época en la que se publicó el libro, los años 80 —también del siglo xx—, y vuelves a épocas pasadas con un estilo detectivesco ante la muerte con el casi estabas esperando que apareciera Poirot en algún momento, pero nuevamente el vocabulario te aleja de lo misterioso para hundirte en la bruma que te envuelve desde el principio.