Hoy me gustaría hablar sobre un tema un poco más frívolo del proceso de publicación, pero que es harto necesario.
Mucha gente no entiende para qué sirven las presentaciones
de libros y ahora que en Madrid ha comenzado la Feria del libro (de la que
hablaré otro día), se multiplican las presentaciones, antes y durante.
Bien, hace un par de semanas, conseguí arañar un par de horas
de mi trabajo frente al ordenador, para ocuparme de otra área editorial,
precisamente acudir a presentaciones de libros. Como editora y correctora
necesito sacar tiempo para estar informada de las novedades y relacionarme con
otros profesionales. En principio nada diferente a cualquier profesión actual.
En concreto fui a dos presentaciones muy, muy diferentes. La
primera era de un autor chileno, poco conocido fuera del círculo literario,
pero que espero que empiece a escucharse su nombre mucho más por aquí. Merece
la pena. Aún no me he leído el libro de aquella presentación, pero no dudo que
es un libro lleno de ingenio y emoción, todo lo contrario a la otra
presentación. Y ahí es donde se nota la diferencia. Ante dos autores poco
conocidos, afortunadamente, el que tiene un estilo cuidado, experimentado y experimentador,
amante de las transgresiones y valiente con su pluma, ofreció una presentación
llena de entusiasmo, cariño, humor y profesionalidad. Se respiró el respeto y
la profesionalidad tanto en él, como en los presentadores. Y por supuesto entre
el público, formado por personas del mundo literario y por lectores
apasionados. ¿De qué trata entonces esa presentación? Es una manera de ofrecer
su trabajo con humildad, cercano a todo el que estaba allí. Tienes la
oportunidad de conocer al autor que ha creado las próximas fantasías que
rondarán tu mente durante y después de su libro. Puedes ver que es humano y qué
tipo de profesional es. Sí, se ve.
En la otra presentación, tenemos a una autora desconocida y
bastante mala. En su presentación no hubo emoción, sólo cuchillos voladores y
patadas constantes al diccionario desde un altar construido con aire. ¿Qué
ocurrió allí? No hubo profesionales de la edición. Ni lectores ansiosos. ¿Por
qué fui? Porque sé que ha habido mucho trabajo por parte de colegas que merecen
reconocimiento y apoyo. A veces se sufre mucho tratando de hacer bien tu
trabajo. ¿Qué público había? Ni siquiera una decena de personas compuestas en
su mayoría por familia y amigos. ¿Veis como sí se ve qué tipo de profesional es
cada uno?
Las personas desprenden confianza o egolatría y en el segundo
caso sólo pierdes posibles lectores.
Mi consejo para cualquier escritor,
corrector, editor, publicista, en fin, cualquier persona, es hacer siempre el
trabajo con firmeza y humildad. Y las presentaciones de libros son parte del
trabajo de todo aquel que se dedique a este mundo. Así que perded miedo,
disfrutad y apreciad esos momentos en los que todos podemos separarnos de la
pantalla del ordenador.
Y si hay alguna presentación curiosa e interesante, ¡¡¡avisadme!!!