La semana pasada tuve la
suerte de poder ir al Teatro de la Comedia a ver La dama duende de Calderón
de la Barca en un maravilloso montaje de La Compañía Nacional de Teatro.
Pude verles este verano
en el festival de Almagro representando El perro del hortelano y, como
aquella vez, ha sido una verdadera muestra de buen teatro.
Las actuaciones fueron
impecables, llevando al público la esencia de la obra a través de la comedia
con la que está escrita.
Los diálogos no son un mero
recitar, sino que los personajes se escuchan y responden con su complicado
verso sin que se vea a ningún actor sufriendo por lo estático de una obra
rimada, siempre más difícil de improvisar si alguien se equivoca. Y desde luego
si se equivocaron en algún momento, nadie lo notó.
La escenografía es un
maravilloso juego de tramoya, tristemente perdido en el teatro actual,
probablemente por escasez de dinero, un punto que (sin grandes cifras) no sufre
la Compañía
Nacional.
Y la adaptación de Álvaro
Tato, de la mano del montaje de Helena Pimenta, es tan discreta y está tan bien
articulada que apenas se nota su paso por el texto, lo cual, siempre se agradece
en los montajes actuales del teatro clásico. Una ya va al teatro temiendo
montajes pseudoactulizados y terriblemente mal adaptados de los grandes
clásicos.
No estaba mucho tiempo en
cartel, pero si podéis verla, no lo dudéis, vale cada céntimo que cuesta la
entrada. Mi más sincero agradecimiento a la compañía por regalarnos una
actuación espectacular.
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